Federico Scialabba: Los fondos invierten en música
La industria intentaba recuperarse de una pendiente sostenida y luchaba para adaptarse a los cambios producidos por la aventura de Napster y la posibilidad de compartir música gratuitamente. La primera compañía que logró instalar un servicio online de ventas y distribución de música legal fue iTunes y luego, en 2006, Daniel Ek y Martin Lorentzon fundaron Spotify. El negocio realmente cambió con este servicio gratuito para la mayoría de los usuarios, financiado por la publicidad, y con características adicionales, y libre de publicidad, para los suscriptores pagos. Gratuito o pago, Spotify, como casi todas las plataformas, genera ingresos por licencias para los propietarios de los derechos intelectuales. El streaming logró revitalizar por completo la industria de la música.
Y mientras que las discográficas volvieron a ver la luz a partir del nuevo modelo de acceso digital, los bancos centrales empezaron a reducir las tasas de interés a mínimos históricos. Y esto hizo que varios fondos de inversión salieran a buscar nuevas fuentes de rentabilidad. De pronto, la industria de la música se convirtió en una opción realmente atractiva y se posicionó como la nueva vedette de las inversiones.
Según explica Federico Scialabba, CEO de Music Brokers, el futuro inmediato no pareciera desacelerarse sino todo lo contrario.
“Blockchain es clave para la industria de la música, implica una descentralización de las plataformas que cambiará nuevamente todo el negocio. Las canciones se van a transformar por completo en assets financieros porque la trazabilidad va a ser muy fácil; podremos ver la evolución, el track record, cuánto recauda cada canción, todo esto será transparente. Con lo cual no me extrañaría que en algún momento tengamos un mercado de valores con canciones, o con un conjunto de canciones, cotizando a diario en la bolsa de valores. Entonces alguien podrá invertir en un determinado porcentaje de Let it Be de los Beatles. Hoy sería una inversión mucho más seria que todas las criptomonedas que son romanticismo puro, saltos de fe. Una canción como Let it Be tiene un track record desde su lanzamiento hasta hoy, te permite saber cuánto genera y proyectar. Esto significa la opción de invertir en algo con un respaldo absolutamente sólido. Invertir en un ETF, un fondo cotizado, que en lugar de estar basado en café, se base, por ejemplo, en el Trap argentino sería muy interesante. Personalmente, y más allá de que conozco mucho la industria, me sentiría muchísimo más seguro con este tipo de inversiones, los datos para la evaluación son más concretos y previsibles”.
La opinión de Federico Scialabba no es caprichosa, en los últimos años los fondos de inversiones más importantes del mundo han destinado miles de millones de dólares a la compra de catálogos musicales. Un ejemplo de estos movimientos fue la asociación de dos grandes: Hipgnosis Song Management y Blackstone.
Merck Mercuriadis, CEO de Hipgnosis Song Management, declaró: “Hipgnosis Song Management ha establecido firmemente las canciones como una clase de activos. Esta nueva asociación con Blackstone brindará fortaleza financiera para invertir en canciones probadas, y también hacer crecer nuestro equipo de gestión de canciones, lo que nos permitirá crear un mayor valor para nuestros accionistas, incluidos nuestros compositores y accionistas. Dada la fortaleza de nuestra cartera, vemos el compromiso inicial solo como el comienzo de una asociación a largo plazo entre Blackstone e Hipgnosis”.
En el último tiempo el furor por los derechos de autor de la música, y las regalías asociadas a ellos, dieron lugar a grandes titulares en todos los medios de comunicación. Bob Dylan vendió su catálogo a Universal Music, se estima que por más de 300 millones de dólares, y las noticias siguieron. Neil Young, Blondie, Lidsay Bucingham (Fleetwood Mac) y Shakira son solo algunos de los artistas que forman parte de la lista de los grandes vendedores.
“Vemos cómo varios fondos de inversión compran catálogos, están de hecho comprando flujo porque son obras que generan dinero”, puntualiza Federico Scialabba de Music Brokers, la única compañía independiente multinacional latinoamericana. A diferencia de otras inversiones que pueden pagar dividendos si tienen o no un buen trimestre, ciertas canciones pagan siempre, todo el año, todos los años. Y las escuchas crecen permanentemente. Con la performance de los últimos años de una canción y la cantidad de personas que se incorpora al sistema, en forma gratuita y en forma paga, se puede proyectar de manera muy acertada la evolución en términos de rentabilidad”.
Con esta perspectiva, no hay dudas de que Wall Street irrumpió de lleno en la industria de la música. Fondos como Blackstone aumentan sus dividendos cada vez que “SexyBack” de Justin Timberlake suena en un shopping. Y Apollo, otro fondo de inversión, cobra cada vez que «Despacito» de Luis Fonsi pone a bailar a la gente en cualquier espacio público.
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Federico Scialabba