La cuarta revolución industrial
Según la autora Catherine Dumont, la próxima revolución no será simplemente un cambio de paradigma, sino una nueva manera de concebir lo “humano”
La investigadora, antropóloga e historiadora Catherine Dumont, autora de varios libros controvertidos en Cooltura, brazo editorial de Music Brokers, abandonó su trabajo al frente de distintas cátedras en universidades de los Estados Unidos para centrarse en diferentes investigaciones que son el material de base para sus libros. En este caso, concedió una entrevista a propósito de la información reunida sobre lo que se conoce como la próxima revolución industrial.
Según explica Catherine Dumont en su libro, “hay un grupo de poder que propone el advenimiento de una ´cuarta revolución industrial´ y no se trata de una mayor digitalización, o de tecnología más desarrolladas cubriendo otras áreas, se trata de un nuevo paradigma. Este grupo plantea las bases sobre las cuales se construirá ese futuro cercano, e incluso proponen acelerar y organizar la transición. Esta revolución sería, según sus principales promotores una fusión de las esferas biológica, digital y física”.
¿Usted ha nombrado a ésta como la ´Cuarta revolución industrial´?
Ja, ja…. Para nada. No es un concepto que yo haya inventado. La idea de la cuarta revolución industrial fue propuesta por primera vez en 2013 por un grupo de especialistas que desarrollaban lineamientos tecnológicos para el gobierno de Alemania. Pero fue sin dudas Klaus Schwab y el Foro Económico Mundial (World Economic Forum, WEF) que preside, quienes llevaron el término a otro nivel al hablar de esto desde sus plataformas. En 2015 lo plantearon en un artículo en la influyente revista Foreign Affairs (publicada por el Council on Foreign Relations), la reunión de 2016 del World Economic Forum en Davos llevó por nombre Dominando la cuarta revolución industrial, y también un libro firmado por Schwab publicado aquel año, titulado sencillamente La cuarta revolución industrial. También en 2016 se inauguró el primer Centro para la Cuarta Revolución Industrial en San Francisco. A ese centro le siguieron otros en distintas ciudades de Estados Unidos, India y Japón. Es importante señalar que no se trata de meros observadores que pronostican ciertos cambios a futuro. Se trata de la élite más poderosa, influyente y rica que busca promover este paradigma como parte de un esquema global.
¿Y de qué manera se relacionan estos cambios con la epidemia Covid 19?
La pandemia del coronavirus fue presentada por estas mismas organizaciones como una oportunidad para llevar adelante el “gran reinicio” de la economía mundial. Este reinicio supone un cambio en la matriz energética bajo la narrativa del cambio climático y la necesidad de disminuir las emisiones de dióxido de carbono, un sistema económico y social dictado por la cuarta revolución, acompañado todo por un nuevo paradigma político basado en una gobernanza mundial.
Eso suena parecido a lo que postulan algunas teorías conspirativas…
Puede parecer conspirativo, pero en realidad no son conjeturas. Todo lo que expuse en mi libro lo extraje de diversas entrevistas, de los informes, las reuniones anuales y los eventos específicos que llevan el sello del WEF. Según el informe “The Global Redesign” del año 2010, el Foro Económico Mundial explica que viviríamos en un mundo mejor si fuera administrado por una coalición de corporaciones multinacionales, gobiernos y organismos internacionales (al estilo ONU) junto con algunas organizaciones de la sociedad civil. En el informe se explicita que los gobiernos “ya no son los actores predominantemente dominantes en el escenario mundial” y que “ha llegado el momento de un nuevo paradigma de gobernanza internacional”. Estas propuestas van en línea con una idea de gobierno mundial tal como describen algunas de las así llamadas “teorías conspirativas”: reemplazo de gobiernos nacionales soberanos por un sistema de gobierno de élite mundial que distaría de ser democrático o de incluir el voto y la participación de los ciudadanos.
¿De qué se trata esta revolución y por qué es la cuarta?
Según describe Klaus Schwab en su libro La cuarta revolución industrial, estamos ante una “revolución tecnológica que está borrando los límites entre las esferas físicas, digitales y biológicas”. Schwab pone énfasis en que no se trata sólo de una profundización de la tercera revolución industrial, de una mayor presencia de Internet o de una matriz que cambiará la economía. Se trata de un cambio muchísimo más profundo, que implica una fusión de las distintas esferas y que merece ser entendido como una revolución industrial por derecho propio. Esta fusión implica realmente un nuevo tipo de sociedad, pero especialmente propone una reconfiguración de lo que entendemos como “ser humano”. Ya no se tratará de lo que las personas hacen y cómo lo hacen, sino de cómo se alterará su humanidad cuando la tecnología deje de estar por fuera y empiece a operar desde dentro del organismo. Más allá de que estemos de acuerdo o no con los lineamientos de los más poderosos a nivel mundial, hay algunos aspectos que necesitamos debatir cuanto antes, porque ya nos afectan. La privacidad, por ejemplo, el manejo de información y la ciber-seguridad. Y necesitamos un marco regulatorio claro acerca de los límites que pondremos a la manipulación de los cuerpos, ya sea por incorporación de chips o dispositivos, ya sea por la manipulación del ADN.
¿Podría dar un ejemplo concreto de cómo afectaría nuestra privacidad?
Solemos no preocuparnos demasiado cuando, por ejemplo, hablamos de cuánto nos gustaría ir a Ibiza de vacaciones y en el mismo día empezamos a recibir ofertas de vuelos u hoteles en esa isla. Sí, decimos, nos escuchan por el teléfono, pero es solo para vendernos lo que deseamos. Si yo soy un ciudadano común y no tengo nada que esconder, qué importa ser espiado. De algún modo naturalizamos estos mecanismos que invaden nuestra privacidad y les restamos importancia. Es porque aún tenemos la capacidad de rever toda la seguridad de nuestros dispositivos, anular micrófonos y cámaras, garantizarnos más privacidad e incluso, borrar parte de nuestros rastros e información. Sin embargo, cuando los dispositivos estén incorporados a nuestro organismo y sean controlados de manera remota, es probable que ya no tengamos esta posibilidad. Cuando todos los aparatos estén conectados a la nube, cuando nuestras casas y nuestra ropa tengan sensores que brinden información de modo continuo, es probable que ya no podamos elegir entre brindar o no esa información. Cuando el dispositivo de geolocalización esté en nuestra muñeca, y nuestra identidad sea digital, es probable que quien tenga el control conozca nuestra exacta ubicación a tiempo completo. Y una vez más, algunos podrían pensar: si soy un ciudadano común, y no estoy escapando de la ley, ¿qué importa que sepan cuántos cafés tomo al día o dónde estoy a toda hora? El problema nunca es la tecnología en sí misma, los datos, sino el uso que se les da. Si hubiera un racionamiento de café, por dar un ejemplo casi ridículo, y rigiera una prohibición de beber más de dos cafés al día, en el momento en que bebiéramos la tercera taza se nos podría aplicar directamente una multa, o podrían venir a buscarnos, o peor aún, podríamos ser castigados con una descarga eléctrica o química. ¿Suena conspirativo? ¿Parece fantasioso? Usted elige. Lo dejo a su criterio.